En Costa Rica la comercialización de café se encuentra en manos del sector privado; sin embargo, el Estado mantiene la supervisión y control por medio del Instituto del Café de Costa Rica (ICAFE), en cuya Junta Directiva están representados todos los actores que intervienen en la actividad cafetalera.

La industria del café costarricense está conformada por cuatro sectores, regulados por las disposiciones de la Ley 2762 del 21 de junio de 1961 y sus reformas y por el Reglamento a esa ley. Esto con el propósito de garantizar una participación justa a cada sector.

 

 

Todos tienen una interacción constante y conforman un sistema agroindustrial típico, en el que participan productores agrícolas, procesadores primarios (fruta) de materia prima (beneficios de café), procesadores de producto terminado (torrefactores) y exportadores.

Es toda persona que tiene derecho a explotar una plantación de café por cualquier título legítimo y entrega el café en fruta al beneficiador.

Los productores costarricenses de café son dueños de siembras grandes o pequeñas, pero todos pegados a la tierra. Su rostro a veces curtido por el sol, puede también ser el del empresario de visión, el del activista político e incluso el del estadista. Por la grandeza moral que les da esta herencia campesina, han asumido compromisos variados y complejos, los cuales les requieren perseverancia, para alcanzar el equilibrio entre los logros y el mantenimiento de la calidad, en cada una de las fincas de café del país.

Prudentes pero sin temor, los productores ticos de café se han adentrado en el conocimiento para alcanzar los altos rendimientos que los caracterizan. Usan variedades híbridas, un sistema de poda adecuado y estrategias para el control de las plagas, sin perder de vista la preservación del balance ecológico natural.

El 92 por ciento de los productores tienen una área sembrada de café menor de cinco hectáreas y, en conjunto, representan 44 por ciento del área total. El 6 por ciento tienen superficies de entre 5 y 20 hectáreas y representan 21 por ciento de la citada área y el dos por ciento tiene plantaciones de más de 20 hectáreas que representan 35 por ciento.

Predomina la siembra de cultivares de porte bajo y alta productividad, como el caturra y el catauí, los cuales cubren más de 90 por ciento del área cafetalera nacional.

La densidad de siembra recomendada y aplicada por alrededor de 90 por ciento de los productores es de 1,68 metros entre hileras y 0,84 metros entre plantas, con lo que se obtiene una población promedio de 7.000 plantas por hectárea.

Poseen una o más plantas de beneficio y cuya responsabilidad consiste en recibir, elaborar, financiar y vender el café. Recibe la materia prima o café fruta de uno o muchos caficultores por medio de los centros de acopio (recibidores) y lo transforman en café oro. Existen beneficios de café en todas las regiones cafetaleras del país.

El trajín por la faena que se acerca en los beneficios de café, es la seña segura de que los granos rojos de los cafetales, recogidos por manos prestas, están a punto de entrar al proceso de beneficiado.

Noventa y cuatro beneficios reciben la fruta, donde se inicia el arte de la exactitud pues demanda un ojo experto y apoyo tecnológico óptimo para lograr la calidad deseada.

Las firmas beneficiadoras reciben el producto al precio de competencia, por medio de centros de acopio, establecidos en las zonas cafetaleras del país. Ahí, el grano es sometido a un procesamiento húmedo que permite la transformación de las cerezas en café pergamino, sin mucílago, lavado y seco. El producto entonces es almacenado, para ser transformado luego en café oro o café verde.

Para operar como beneficiador, no solo hay que respetar las leyes ecológicas del país, sino que se requiere estar inscrito en un registro que posee el Instituto del Café de Costa Rica y someterse a las leyes vigentes. La utilidad del beneficiador está fijada por ley, y corresponde a 9 por ciento de los ingresos generados por la venta de café, una vez deducidos los costos del procesamiento.

Dentro de lo que ofrecen los beneficios están los servicios al productor como abastecimiento de insumos, asistencia técnica y servicio de crédito.

Es el vínculo con el exterior. Su función principal consiste en preparar y suministrar volúmenes de café a compañías importadoras y/o tostadoras que operan en los principales países consumidores.

Se trata de ser embajador. De cruzar tierras y mares para ir a vender el mejor café. Se trata de conservar la osadía de los pioneros y la visión de los modernos vendedores internacionales. En eso consiste ser exportador del café de Costa Rica.

Porque este país exporta 90 por ciento del café que produce, y su venta representa 15 por ciento de las exportaciones totales. Por eso, los exportadores de Costa Rica se caracterizan por su profundo conocimiento del producto y su empeño en dejar grabado el Café de Costa Rica en la mente de todos los conocedores del mundo.

Al igual que los beneficiadores, los exportadores deben estar inscritos en un registro que lleva el Instituto del Café de Costa Rica y someterse a las disposiciones legales reglamentarias. Existen alrededor de 30 firmas exportadoras, de las cuales, 70 por ciento actúa en pequeña escala. Sin embargo, 95 por ciento de ellos usan los mercados de futuros para sus coberturas.

La utilidad que percibe el exportador también está regida por ley, y no podrá nunca ser mayor a 2,5 por ciento del valor de la transacción, cuando se compra asumiendo el riesgo de las fluctuaciones del mercado y 1,5 por ciento cuando actúe simplemente como intermediario.

Son propietarios de establecimientos dedicados al tostado, molido o cualquier otro proceso industrial del grano, así como a su comercialización en el ámbito nacional.

Convertir la cereza en polvo mágico que se expande en todos los rincones habitados por los amantes del café, es la labor de los torrefactores de Costa Rica, quienes desde 1920 industrializaron el proceso casero de tostar el grano y molerlo, para obtener esa bebida famosa.

Pero es en 1923 cuando se establece la primera industria torrefactora, la cual perdura hasta nuestros días: Café Volio. A ésta le siguieron Café Rey, en 1953, y Café Dorado, un año después. Más adelante se unieron nuevos torrefactores, hasta sumar las 73 empresas que se encuentran registradas actualmente.

Hoy, el sector torrefactor está consolidado en la cadena de producción del café de Costa Rica y juega un papel sumamente importante, pues tiene relación con los otros sectores de la actividad cafetalera, al recibir el producto de los beneficios y procesarlo, para comercializarlo en el mercado interno o para exportarlo molido.

Para el mercado nacional, abastecido casi en un 100 por ciento por la torrefacción costarricense, se produce café molido de dos modalidades, uno puro y otro mezclado con hasta 10 por ciento de azúcar. Este último, ha sido el preferido por los costarricenses, quienes lo consumen en un 70 por ciento de las veces, si bien el gusto por la pureza ha ganado terreno en los últimos tiempos, gracias a un refinamiento del gusto y una oferta cada vez más amplia de cafés especiales.